Toda producción artística nace de una danza que el creador realiza para producir algo que sea único e innovador o algo que se adhiera aquellas expresiones artísticas aceptadas como correctas y dignas de emular. La arquitectura no se encuentra exenta de dicho debate ya que constantemente se compara un proyecto nuevo a la luz de alguna tipología típica asociada con las funciones destinadas para dicha obra. A pesar de que estudiar precedentes tipológicos ayudan a lograr un mejor entendimiento del funcionamiento de ciertos espacios, esto puede resultar en que se acepte una forma de hacer arquitectura que no termina de resolver los retos presentes en el tipo. Por otro lado, desviarse del tipo abre un mundo de posibilidades que, en ocasiones, se beneficia de los errores para llegar a crear algo nuevo que logre producir un proyecto más completo.
Los tipos típicos en la arquitectura pueden dar paso a proyectos donde la unidad es la que prevalece sobre todo lo demás. Ejemplo de esto es la Casa se Playa de Robert Venturi del 1959. Dicho proyecto nace de una ruptura con el tipo de la casa patio ejemplificado en la Casa Goldenberg de Louis Kahn, diseñada en el 1959. La propuesta de Venturi nace del tipo reproducido por Kahn. Sin embargo, la misma logra romper con los esquemas establecidos en la Casa Goldenberg para lograr convertirse en un proyecto que resuelve a mayor grado las interrogantes dejadas en el aire en el proyecto de Kahn. Esto último se logra mediante un entramado de partes distintas que trabajan en conjunto para lograr un contundente argumento formal que sirve para unificar la obra en su totalidad. Por el contrario, la obra de Kahn aparenta una cohesión y uniformidad en cuanto a su volumetría y sus espacios que, al ser examinada profundamente, permite apreciar una serie de contradicciones y lagunas que no permiten una resolución final de la obra. Por lo tanto, se puede decir que la unidad en la obra no necesariamente nace de seguir fielmente el tipo generalmente aceptado, sino que la desviación de dicho tipo puede dar paso a un mayor grado de unidad y resolución.
A pesar de que el cuestionamiento del tipo puede llegar al desarrollo de algo nuevo y más completo no puede ignorarse el hecho de que esa desviación puede llevar al “error”. Estos errores que nacen en el proceso no deben de rechazarse inmediatamente, por el contrario, los mismos pueden ser celebrados de la misma manera que los grandes exponentes del jazz celebran esas pequeñas variaciones en sus actuaciones improvisadas. Por lo tanto, aquello que algunos consideran como errores garrafales puede ser el primer paso que lleve a la producción de algo innovador y único. Después de todo, gran parte de los avances y descubrimientos que tenemos en el presente se dieron por “error”.
Finalmente, se pude concluir que, a pesar de que es importante entender las tipologías y los precedentes en la arquitectura, estos no deben tomarse como una camisa de fuerzas que limite el ingenio y creatividad del diseñador. Por el contrario, cuestionar dichos precedentes pueden llevar a la creación de algo nuevo y que resuelva problemas que se habían quedado en el tintero. Aunque esta aproximación pudiese llevar al error, esto no debe tomarse como algo negativo ya que los errores pueden enriquecer el proceso creativo y la obra como tal. Por lo tanto, se debe continuar la danza entre emular lo existente e imaginar y perseguir lo nunca antes visto ya que es en esa danza que vive la esencia verdadera de la arquitectura.
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